El universo creativo de Iván reivindica lo inmutable, lo que permanece y la tradición arraigada de la tierra, como son la arquitectura popular y los mayores que viven en ella. Sus obras nos presentan pueblos imaginados plasmados con un realismo propio del dibujo técnico que emana de su imaginación, pero que se construyen con perspectivas diferentes y planos que nos llevan al cubismo más incipiente. Las atmósferas inquietantes nos recuerdan a los pueblos de Giorgio de Chirico, pero esta vez materializados con el protagonismo del grafito. El trasfondo de temática religiosa baila entre el mudéjar, el románico, el gótico y el neoclásico cobrando vida con los volúmenes de la plastilina.
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