En las obras de Manuel el color vivo y brillante es el absoluto protagonista. Sus trazos libres, la ausencia de contorno y la relación del ser humano con los paisajes naturales nos retrotraen hacia las acuarelas fauvistas y a las obras de Gustave Derain.
Fiel a su estilo, homenajea a artistas como Giorgio de Chirico, Matisse, Van Gogh o Edward Munch, rompiendo las líneas y dándole relevancia a la forma a través de grandes manchas de color.